El día 24 de noviembre tuvo lugar, en Estrasburgo, una minicumbre de la Unión Europea, así se califica unánimemente, a la que acudieron el Jefe de Estado francés, todavía sin el Toisón de oro, la Canciller alemana y el presidente tecnócrata italiano. Señalar que la Unión Europea no estaba representada, no asistió a la reunión, ninguno de sus "altos representantes".
Qué posturas están encima de la mesa en esta Europa en declive :
Alemania, persigue una reforma del Tratado de Lisboa, - algo necesario después del fracaso de la arquitectura diseñada por el mismo- que permita reforzar la gobernanza europea y exija para toda la eurozona una política de rigor presupuestario y de lucha contra el déficit y la deuda, con sanciones en caso de incumplimiento , de carácter político y económico y con la posibilidad de llevar al estado infractor de la ortodoxia ante el Tribunal de Justicia de Luxemburgo.
Alemania, recientemente aprobó su presupuesto para 2012 y oh sorpresa para los campeones de la consolidación fiscal, en el próximo año se van a endeudar en mayor medida que en este y ello a pesar de tener una deuda pública del 82 % sobre el PIB –datos oficiales hay quién opina que los reales son mayores- muy superior a la española, sus 10 bancos públicos cerca de la quiebra, las importaciones energéticas dependiendo en un 37 % de gas ruso y subiendo y su demografía catastrófica (un 44 % de mayores de 65 años en 2060); y todo ello, confiando en una subida de ingresos por una mejoría de la economía que nadie pronostica y estando ya afectada por el contagio de la zona euro; todo ello, con el objetivo, según manifiesta su Ministro de Finanzas, de que no se resienta la economía. Por tanto se podría aplicar aquello de “consejos vendo que para mí no tengo”, eso es lo que se les viene reclamando desde los países de sur y niegan de manera tozuda.
Francia, Al estar de lleno metida en la crisis de la zona euro y a punto de perder formalmente su calificación AAA, los mercados en la práctica hacen tiempo que ya se la han retirado, pretende una modificación de la política del BCE de manera que pase a comportarse como un prestamista de último recurso y compre toda la deuda que sea necesaria para estabilizar los mercados y garantizar así que los países se financien en condiciones razonables, empezando por ella misma.
En este punto, Alemania sostiene que el Tratado de Lisboa, artículos 123 y 125, no permiten que el BCE asuma tal posición y además de llevarse a cabo sería muy dañina para la economía por cuanto produciría inflación, fenómeno que tanto temen al ser el culpable de la llegada de Hitler al poder. En este punto, es necesario destacar dos cuestiones, en primer lugar en una economía deprimida, al borde de la recesión, incluso la emisión de moneda no tiene porque producir inflación –aparte de que un nivel de inflación determinado sería positivo para salir de esta crisis- y en cuanto a la actuación que se demanda del BCE, es la que están realizando la Reserva Federal, el Banco de Inglaterra o el Banco de Japón sin que se haya producido tal efecto perverso.
En cuanto al fracaso dela República de Weimar y la llegada de Hitler al poder, esta tuvo lugar no tanto por la inflación de los años 20 como por la deflación de los años 30, causada por políticas de duro ajuste puestas en marcha por el Canciller Brüning, empeñado en medidas de aumento de impuestos y recortes severos del presupuesto, que causó una gran miseria y la consiguiente crisis social.
La Comisión Europea: Defiende los eurobonos y el rigor presupuestario, potenciando también las sanciones en caso de incumplimiento por parte de los estados miembros. En ese sentido, ha presentado un libro verde sobre los bonos de estabilidad, con tres escenarios posibles, que ha sido recibido con gran disgusto por la Canciller Alemana. A mi juicio es la gran perdedora en todo este proceso.
Gran Bretaña: Solo se preocupa por que se profundice la integración de la zona euro, que se ponga en marcha la Europa de las dos velocidades y que por tanto quede descolgada de dicho proceso, con la consiguiente perdida de peso político e influencia en la Unión Europea.
Puede parecer que la propuesta de la Comisión, que no se olvide es la “guardiana de los tratados” ,coincide con la alemana, pero no es así, pues aún cuando pretende aumentar la gobernanza económica y las sanciones por incumplimiento por déficit excesivo, la canciller está en contra de los eurobonos -salvo los de élite de los 6 países con calificación AAA- por cuanto entiende que ello puede suponer un encarecimiento de la financiación para Alemania y lo más importante porque eliminarían un aspecto fundamental para ella como es la prima de riesgo o lo que es lo mismo el castigo que los mercados infringen a los infractores de la ortodoxia presupuestaria.
El escenario me recuerda una obra maestra del cine reciente, se trata de “La cinta blanca” , en ella se cuenta la historia de un pueblo alemán en el periodo inmediatamente anterior a la primera guerra mundial, luterano en el que el pastor cuando sus hijos se portaban mal les colocaba en el brazo una cinta blanca, símbolo de la pureza, que no se podían quitar, ni para dormir, hasta que expiaban su pecado. Pues bien, la prima de riesgo es la cinta blanca que Alemania pretende colocar a los países díscolos.
La situación, a día de hoy es que Alemania y Francia van a presentar a la cumbre del 9 de diciembre, una propuesta de reforma del Tratado, destacar en primer lugar el ninguneo de las instituciones de la Unión Europea, en todo este proceso, que se agrava en el sentido de que si algún país pone trabas al proceso se pondrá en marcha un mecanismo intergubernamental entre aquellos estados que estén de acuerdo con esta postura impuesta por Alemania. Es decir, sesenta años de política comunitaria, de avance con respeto a todas las posturas, todo el acerbo comunitario se va al garete, a cambio de una Europa alemana, frente a la Alemania europea de Kohl.
Pero cual es la realidad, no es otra que Alemania y Francia cada vez están más distanciadas, la primera ya sólo cuenta con Holanda y Finlandia como aliados claros y esa situación está a punto de estallar, sobre todo si los mercados siguen castigando a Francia y peligra su triple A formalmente. Todo ello, sin perjuicio del plan secreto que según algunos diarios alemanes están preparando y que permitiría que Alemania relajara su postura en relación al BCE en favor de los postulados franceses. Habrá que estar atentos, oficialmente Bruselas no sabe nada y Alemania lo niega.
Las Instituciones comunitarias están ninguneadas. La posición de Barroso es muy difícil, el enfrentamiento con la Canciller es claro y eso que fue su mentora para acceder a la presidencia de la Comisión.
La creación de eurobonos o la modificación del Tratado es positiva pero es una solución a largo plazo, se requiere la ratificación de 27 parlamentos. La salvación de la eurozona pasa por la intervención del BCE como un auténtico banco central, es decir actuando como prestamista de último recurso, interviniendo sin límite en el mercado de deuda, ello podría tener encaje en el Tratado con una interpretación menos rigurosa que la defendida por Alemania hasta el momento, hoy ya se habla de que su posición puede ser más favorable en este punto. El BCE no sólo debe tener como objetivo el control de la inflación sino al igual que la Reserva Federal también la búsqueda del pleno empleo.
A estas alturas sólo queda elegir entre la peste o el cólera, o asumir la desaparición del euro o permitir la intervención del BCE en los mismos términos que lo viene haciendo la Reserva Federal de los EE. UU. , el Banco de Inglaterra o el de Japón. Europa es ahora mismo como un gran transatlantico y Alemania, que está a bordo, no puede olvidar que se hundirá con él, aunque su camarote sea de primera. Recordar que en el Titanic no había botes salvavidas para todos, esperemos que los "bonos de élite" no supongan en la práctica la salvación de los pasajeros de primera escapando del barco.
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