Impresionante el discurso del ministro de Relaciones Exteriores de Polonia, pronunciado en Berlín el 28 de noviembre, en el que destaca una frase que ha originado una viva polémica "Temo el poder alemán menos que lo que estoy empezando a temer la inactividad alemana.", no puede ser más acertada la cita.
Polonia y el futuro de la Unión Europea
Radek Sikorski, Ministro de Relaciones Exteriores de Polonia
Berlín, 28 de noviembre 2011
Señor Presidente, Ministro – querido Guido, señoras y señores,
Permítanme comenzar con una historia.,
Hace 20 años, en 1991, yo era un reportero, visitando lo que entonces era la República Federal de Yugoslavia. Estaba entrevistando al presidente del Banco Republicano de Croacia cuando recibió una llamada telefónica con una oscura noticia. A saber, el Parlamento de otra república de Yugoslavia, Serbia, acababa de votar a favor de imprimir cantidades no autorizadas de Dinares, la moneda común.
Colgando el teléfono el teléfono el banquero dijo: "Este es el fin de Yugoslavia." Estaba en lo cierto. Yugoslavia se derrumbó. Lo mismo hizo la “zona Dinar”. Sabemos lo que siguió. Cuestiones de dinero pueden ser temas de guerra y paz, la vida y la muerte de las federaciones.
Hoy Croacia, Serbia y FYROM (N. Del T.: Macedonia) tienen cada uno su propia moneda.
Montenegro y Kosovo no están en la zona del euro, pero simplemente utilizan el euro. Bosnia y Herzegovina incluso tienen el "Marco Convertible”, vinculado al euro.
Una historia sorprendente. No de integración europea. De desintegración europea.
Desintegración con un costo humano terrible. Sólo ahora la región se mueve lentamente de regreso a la corriente europea. El destino de Yugoslavia nos recuerda que el dinero, además de ser un dispositivo técnico, una "medio de cambio", simboliza la unidad -o la falta de unidad-.
¿Por qué es así? El dinero existe porque existen las comunidades. Una comunidad en que la gente vive y comercia, que comercia -que intercambian libremente - creando valor. Su dinero simboliza ese valor.
Este significado moral de dinero intrigó a Immanuel Kant, quien escribió que toda la práctica de prestar dinero presupone, al menos, la intención honesta de pagarlo. Si esta condición fuera ignorada universalmente, la idea misma de los préstamos y la distribución de la riqueza sería socavada.
Para Kant, la honestidad y la responsabilidad eran imperativos categóricos: la base de cualquier orden moral. Para la Unión Europea, del mismo modo, estas son las piedras angulares. Yo apunto a los dos valores fundamentales: la responsabilidad y la solidaridad. Nuestra responsabilidad para las decisiones y los procesos. Y la solidaridad cuando se trata de llevar las cargas.
Hoy, con la primera Presidencia polaca llegando a su fin, voy a abordar cuestiones básicas:
¿Cómo llegamos a esta crisis?
¿A dónde vamos desde aquí?
¿Cómo llegar allí?
¿Qué aporta Polonia?
¿Qué pedimos de Alemania?
* *
Primera pregunta: ¿Cómo se metió en sus dificultades actuales la zona del euro?
Permítanme decir primero de lo que esta crisis no se trata. No fue causada -como algunos han sugerido- por la ampliación.
La ampliación ha creado crecimiento y riqueza en toda Europa. Las exportaciones de la UE-15 a países de la UE-10 aumentaron casi al doble en los últimos diez años. Es aún más sorprendente si lo desglosamos por países. Las exportaciones de Gran Bretaña a los 10 países que se adhirieron después de 2004 aumentaron de 2.200 millones de euros en 1993 a 10.000 millones el año pasado. Las de Francia, de 2.700 millones de euros a 16.000 millones, las de Alemania –esperen a esto-, de 15.000 millones de euros a 95.000 millones. El volumen total de comercio entre la UE-15 y UE-10 ascendió a 222.000 millones de euros el año pasado, frente a los 51.000 millones en 1995. Una suma considerable. Supongo que sostiene un trabajo o dos en la Vieja Europa.
Por tanto la ampliación, lejos de provocar la crisis, podría decirse que ha retrasado el desarrollo de la agitación económica. Gracias a las ventajas de comerciar en un mercado ampliado, los Estados del bienestar de Europa Occidental se han visto obligados a enfrentar la realidad sólo ahora.
Si el trastorno no es de la ampliación, entonces ¿tal vez se trate de una crisis monetaria?
No exactamente. El Euro está haciéndolo muy bien frente al dólar y otras monedas.
En parte es, por supuesto, de la deuda, la necesidad de reducir el apalancamiento de nuestras economías de las locuras producidas por el exceso de gastos gubernamentales, las triquiñuelas contables y la ingeniería financiera irresponsable. Y el proceso de desapalancamiento que está ocurriendo fuera de la zona del euro: miren a Reino Unido con su deuda del 80% del PIB y a EEUU, con un 100%.
Pero si fuera sólo una cuestión deuda, se esperaría que las calificaciones y la extensión afectaran a los países en proporción a su endeudamiento. Pero, muy sorprendentemente, este no es el caso. Algunos países, como Reino Unido y Japón, con alto nivel de deuda en proporción al PIB, pagan primas bajas. Otros, con menor nivel de deuda - como España-, pagan altas.
La conclusión inevitable es que esta crisis no es sólo acerca de la deuda, sino sobre todo acerca de la confianza y, más precisamente, la credibilidad. Sobre la percepción de los inversores donde sus fondos están seguros.
Seamos honestos con nosotros mismos y admitamos que los mercados tienen todo el derecho a dudar de la credibilidad de la zona del euro. Después de todo, el Pacto de Estabilidad y Crecimiento se ha roto ¡60 veces! Y no sólo por los países más pequeños con dificultades, sino por sus fundadores en el mismo núcleo de la zona del euro.
Si la credibilidad es el problema, entonces restaurar la credibilidad es la respuesta.
Instituciones, procedimientos, sanciones que convenzan a los inversores de que los países serán capaces de vivir dentro de sus posibilidades. Por lo tanto, que los bonos que compren, se paguen, preferiblemente con interés sincero.
Segunda pregunta: ¿hacia dónde queremos ir?
Tenemos dos opciones fundamentales. Antes de decir las que son, permítanme decir que los fallos de la zona del euro no son la excepción sino, más bien, son típicos de la forma en que hemos construido la UE. Tenemos una Europa con una moneda dominante, pero no un único Tesoro para fortalecerla. Tenemos fronteras comunes sin una política migratoria común. Se supone que tenemos una política exterior común, pero está divorciada de los verdaderos instrumentos del poder y a menudo debilitada por los Estados miembros realizando sus propios acuerdos. Podría seguir.
La mayoría de nuestras instituciones y procedimientos dependen de la buena voluntad y del sentido de la decencia de los Estados miembros. Funciona bastante bien cuando las cosas están bien. Pero después una ola de migrantes se presenta en la frontera de la UE, o sopla un guerra civil en nuestro vecindario, o los mercados entran en pánico. Y entonces, ¿qué hacemos habitualmente? Corremos a escondernos en el familiar marco del Estado-nación.
La crisis de la zona del euro es una manifestación más dramática del malestar europeo porque sus fundadores crearon un sistema en el que cada uno de sus miembros tiene la capacidad para echarlo abajo, con costos terribles para ellos y para todo el vecindario.
La ruptura sería una crisis de proporciones apocalípticas más allá de nuestro sistema financiero. Una vez que la lógica de "cada uno para sí mismo" se afianza, ¿podemos realmente confiar en todo el mundo para actuar comunitariamente y resistir la tentación de ajustar cuentas en otras áreas, tales como el comercio? ¿De verdad apostarías la casa en la proposición de que si la zona del euro se rompe, el mercado único, la piedra angular de la Unión Europea, fuera sin duda a sobrevivir? Al fin y al cabo los divorcios turbulentos son más frecuentes que los amistosos. He oído hablar de un caso en California en el que una pareja gastó 100.000 dólares disputándose la custodia del gato de la familia.
Si no estamos dispuestos a arriesgarnos a un desmantelamiento parcial de la UE, entonces la elección es tan dura como puede ser la vida de las federaciones: una integración más profunda, o el colapso.
No somos los únicos en afrontar la cuestión fundamental del futuro de nuestra federación sobre el tema de la deuda. Dos federaciones exitosas pasaron por este camino antes que nosotros. Los estadounidenses pasaron el punto de no retorno en la creación de Estados Unidos cuando el gobierno federal asumió la responsabilidad por las deudas que los Estados habían incurrido en la Guerra de Independencia. La solvente Virginia negociando con la más endeudada Massachusetts, que es por lo qué la capital se fijó en las orillas del Potomac. Alexander Hamilton tomó un compromiso según el cual las deudas de todos eran garantizadas de forma conjunta y se creaba un flujo de beneficio para darlas servicio.
Suiza también se convirtió en una verdadera federación cuando se establecieron normas para incurrir en deuda y transferencias entre sus cantones ricos y pobres.
Por lo tanto, también tenemos que decidir si queremos llegar a ser una federación propiamente, o no. Si renacionalización o el colapso es inaceptable, entonces sólo queda un camino: hacer Europa, como Europa, por fin gobernable, y por lo tanto - a su debido tiempo - más creíble.
La política es a menudo el equilibrio entre lo urgente y lo importante.
Lo que es urgente es que salvemos la zona del euro. Lo importante es que haciendo esto, mantengamos a Europa como una democracia que respete la autonomía de sus estados miembros. Este nuevo acuerdo europeo necesitará de equilibrar la Responsabilidad, la Solidaridad y la Democracia como piedras angulares de nuestra unión política.
Tercera pregunta: ¿Cómo llegamos allí?
El llamado "paquete de seis", [N. Del T: paquete de seis medidas sobre gobernanza económica] que la presidencia polaca ayudó a negociar fue un buen principio, un conjunto de cinco Reglamentos y una Directiva que aportan más transparencia y disciplina a las finanzas de los Estados miembros. En el proceso de elaboración de los presupuestos nacionales, los ministros de Finanzas de los Estados miembros tendrán que mostrar sus libros a su compañeros y a la Comisión muy temprano, incluso antes que a los parlamentos nacionales. La Comisión recomendará medidas correctivas cuando posición macroeconómica de un Estado miembro muestre desequilibrios.
Los miembros de la zona del euro que violen el Pacto de Estabilidad y Crecimiento estarán sujetos a sanciones que son casi imposibles de bloquear por presión política. Por otra parte, el “paquete de seis” confirma que las reglas pueden ser introducidas no como Directivas -que exigen traslación a la legislación nacional- sino como Reglamentos, que se aplican de manera universal e instantánea.
Se han propuesto medidas más ambiciosas. Con el fin de reforzar la convergencia económica, la Comisión y el Eurogrupo obtendrían el derecho a examinar con antelación todos los planes principales de reforma económica con un potencial efecto colateral en el área euro, imponer sanciones a los países que no lleven a cabo recomendaciones de políticas, y permiso para que grupos de países sincronicen sus políticas laborales, de pensiones y sociales.
La disciplina financiera se vería reforzada dando acceso a los fondos de rescate sólo para los miembros que acaten las reglas macro fiscales, haciendo las sanciones automáticas y dando a la Comisión, al Consejo y al Tribunal de Justicia competencia para hacer cumplir el límite del 3% de déficit y el 60% del techo de la deuda. Países en el procedimiento de déficit excesivo deberían presentar sus presupuestos nacionales para su aprobación por la Comisión. La Comisión tendría facultades para intervenir en las políticas de países que no puedan cumplir con sus obligaciones. Países que persistentemente violasen las reglas verían tendrían suspendidos sus derechos de voto.
Siempre y cuando el Consejo Europeo establezca nuevas reglas estrictas grabadas en piedra, el Banco Central Europeo debería convertirse en un banco central propiamente, un prestamista de última instancia en el que se basa la credibilidad de toda la zona del euro. El BCE tiene que actuar pronto, anticipándose a irreversibles normas jurídicas.
Esto evitaría el desastre, pero se necesita más. Polonia ha apoyado la idea de un nuevo tratado que haría que la UE sea más eficaz.
La Comisión Europea debe ser más fuerte. Si se trata de desempeñar el papel de un supervisor económico, necesitamos que los comisarios sean líderes genuinos, con autoridad, personalidad - me atrevo a decir carisma – para ser los verdaderos representantes de los intereses europeos comunes. Para ser más eficaz, la Comisión debe ser más pequeña. Cualquiera de nosotros que ha presidido un reunión sabe que son más productivas cuando participan hasta una docena de personas. La CE tiene ahora 27 miembros. Los Estados miembros deberían rotar para tener su Comisario.
Cuanto mayor poder le demos a las instituciones europeas, habrán de contar con mayor legitimidad democrática. Los poderes draconianos para supervisar los presupuestos nacionales deberían ser esgrimidos sólo por acuerdo del Parlamento Europeo.
El Parlamento tiene que defender su papel y sus tareas. Los Euro-escépticos tienen razón cuando dicen que Europa sólo funciona si se convierte en un sistema de gobierno, una comunidad en la que las personas sitúan una parte de su identidad y lealtad. Italia está hecha, todavía tenemos que hacer los italianos, dijo Massimo D'Azeglio, en la primera reunión del parlamento del recién unido reino italiano en el siglo XIX. Para nosotros en la UE es más fácil: tenemos una Europa unida. Tenemos Europeos. Lo que tenemos que hacer es dar expresión política a la opinión pública europea. Para ayudar a ello podríamos elegir a algunos escaños en el Parlamento Europeo a partir de una lista paneuropea de candidatos. Necesitamos más "politische bildung" [N. Del T.: educación política] para los ciudadanos y para la élite política. El Parlamento debería tener su sede en un solo lugar.
También podríamos combinar los cargos de Presidente del Consejo Europeo y de la Comisión Europea. La canciller Ángela Merkel ha llegado a sugerir que él o ella deben ser elegidos directamente por el pueblo europeo.
Lo que es crucial es que mantengamos la coherencia entre la zona del euro y la UE en su conjunto. Las Instituciones de la comunidad deben seguir siendo centrales. Como la Presidencia, somos guardianes de nuestra unidad. Y la unidad no debe ser hipotética. En este caso no basta con decir que los países puedan participar una vez que se unan a la zona del euro. En lugar de organizar por separado cumbres del Euro o reuniones exclusivas de los ministros de Finanzas, podemos continuar con la práctica desde otros foros de la UE en el que todos puedan asistir, pero sólo los miembros votar.
Cuanto más poder y legitimidad le damos a las instituciones federales, los Estados miembros deben sentirse más seguros de que ciertas prerrogativas, todo lo relacionado con identidad nacional, cultura, religión, estilo de vida, la moral pública, y las tasas de los ingresos, impuestos a las empresas e IVA, deben permanecer siempre en la esfera de los estados. Nuestra unidad puede sobrevivir diferentes horarios de trabajo o el derecho de familia en diferentes países.
Lo que me lleva a la cuestión de si un miembro importante, Gran Bretaña, puede apoyar la reforma. Ha dado a la Unión su lenguaje común. El Mercado Único fue en gran parte su brillante idea. Un comisario británico se encarga de nuestra diplomacia. Podría liderar a Europa en defensa. Es un eslabón indispensable a través del Atlántico. Por otro lado, el colapso de la zona del euro dañaría enormemente su economía. Además, su deuda total soberana, empresarial y doméstica supera el 400% del PIB. ¿Está seguro de que los mercados siempre le favorecerán? Nosotros le preferimos dentro, pero si no participa, por favor, permítanos seguir adelante. Y por favor, comience a explicar a su pueblo que las decisiones europeas no son dictados de Bruselas sino resultados de acuerdos en los que participan libremente.
Cuarta pregunta: ¿Qué puede aportar Polonia?
Hoy Polonia no es la fuente de problemas, sino una fuente de soluciones europeas. Nosotros tenemos ahora tanto la capacidad y la voluntad, de contribuir. Traemos una experiencia reciente de una transformación exitosa de la dictadura a la democracia y desde un caso de economía de cesta a una economía de mercado cada vez más próspera.
Hemos sido ayudados por amigos y aliados: Estados Unidos, Reino Unido, Francia y, sobre todo, Alemania. Apreciamos el apoyo fuerte y generoso - la solidaridad - que Alemania ha extendido a nosotros en las últimas dos décadas. Ich danke Ihnen als Politiker und als Polo. [N. Del T.: Te lo agradezco como político y como polaco]
Espero que aprecie que ha sido una buena inversión. En 2010 las exportaciones alemanas a Polonia han duplicado los niveles de 1990 nueve veces, y están creciendo a pesar de la crisis. El comercio de Alemania con Polonia es mayor que con la Federación Rusia, a pesar de que no siempre es conocido desde el discurso político alemán.
Desde el año pasado Polonia se clasifica como un país altamente desarrollado en el Índice de Desarrollo Humano. Entre 2007 y 2011 subimos 10 posiciones en el Índice Mundial de Competitividad. En el mismo período, hemos mejorado nuestro nivel en 20 posiciones en el Índice de Percepción de la Corrupción, por delante de algunos miembros de la Eurozona.
En los últimos cuatro años, el crecimiento acumulado del PIB en Polonia ascendió a 15,4 por ciento. ¿El segundo resultado en la UE, con un 8 por ciento? Sí, un miembro de la zona del euro, Eslovaquia. La media de la UE es de menos del 0,4 por ciento. A aquellos que quisieran dividir Europa yo les digo: ¿qué tal una división natural en la Europa del crecimiento y la Europa del no crecimiento? Pero queden advertidos. Sus figuras no conforman estereotipos.
No ha sucedido por sí mismo. Los sucesivos gobiernos polacos tomaron decisiones dolorosas y el pueblo polaco hizo grandes sacrificios. La privatización, la reforma de las pensiones, la apertura de nuestra país a la globalización produce perdedores y ganadores. Fuimos uno de los primeros los países en introducir un límite a la deuda pública en nuestra Constitución.
Y no nos dormimos en los laureles. En la presentación de su nuevo gobierno al Parlamento hace 15 días, el Primer ministro, Donald Tusk, dijo que: para ir con seguridad a lo largo del año 2012, para mejorar nuestra seguridad económica en los años y décadas por venir, vamos a tener que tomar medidas que exigen sacrificio y la comprensión de todos, sin excepción.
Sólo el próximo año tenemos la intención de reducir nuestro déficit presupuestario al 3% del PIB y la deuda global al 52% del PIB. Para 2015, el déficit habrá sido reducido al 1% del PIB y la deuda pública al 47%. La edad de jubilación se elevará a los 67 años para ambos sexos. Los privilegios de pensiones para los soldados, policías y sacerdotes serán eliminados. La contribución a la pensión de invalidez se aumentará en un 2%. Las ayudas a la infancia se tomarán de los ricos y se darán a los pobres.
A finales de este parlamento, Polonia cumplirá los criterios de pertenencia a la zona del euro. Eso es porque queremos que la zona del euro sobreviva y prospere. Y planeamos ser parte de la misma. Con la aprobación de nuestro Tratado de Adhesión, el pueblo de Polonia nos ha dado la autoridad para unirse con la mayor brevedad a la zona del euro, y estamos listos.
Polonia también ofrece a Europa una disposición a hacer concesiones - incluso a compartir la soberanía con los demás - a cambio de un papel justo en una Europa más fuerte
Quinta pregunta: ¿Qué pide Polonia de Alemania?
Le pedimos, en primer lugar, que Alemania admita que es el mayor beneficiario de la las disposiciones actuales y, por lo tanto, que tiene la mayor obligación de hacerlas sostenibles.
En segundo lugar, como sabe mejor, no son una víctima inocente del despilfarro de los demás. Usted, que debería haberlo sabido mejor, también ha roto el Pacto de Crecimiento y Estabilidad y los bancos también compraron bonos de riesgo imprudente.
En tercer lugar, debido a que los inversores han estado vendiendo los bonos de los países expuestos y se han puesto a seguro, sus costos de los préstamos han sido inferiores a lo que habrían sido en condiciones normales.
En cuarto lugar, si las economías de sus vecinos se paralizan o implosionan, también sufrirá enormemente.
En quinto lugar, a pesar de su comprensible aversión a la inflación, aprecia que el peligro de hundimiento es ahora una amenaza mucho más grande.
En sexto lugar, que por su tamaño y su historia tiene una responsabilidad especial de preservar la paz y la democracia en el continente. Jurgen Habermas ha dicho sabiamente que "Si el proyecto europeo falla, entonces surge la pregunta de cuánto tiempo se tardaría en llegar al status quo de nuevo. Recuerde la revolución alemana de 1848: Cuando falló, nos tomó 100 años para recuperar el mismo nivel de la democracia que antes”
¿Qué considero, como ministro de Relaciones Exteriores de Polonia, la mayor amenaza para la seguridad y la prosperidad de la Polonia, hoy, el 28 de noviembre de 2011? No es el terrorismo, no son los talibanes, y ciertamente no los tanques alemanes. Ni siquiera son los misiles rusos que el presidente Medvedev ha amenazado con desplegar en la frontera de la UE. La amenaza más grande para la seguridad y la prosperidad de Polonia sería el colapso de la zona del euro.
Y yo pido de Alemania, por su propio bien y por el nuestro, que le ayude a sobrevivir y prosperar. Usted sabe muy bien que nadie más puede hacerlo. Probablemente seré el primer ministro polaco de Relaciones Exteriores en la historia que diga esto, pero aquí está: Temo al poder alemán menos que lo que estoy empezando a temer la inactividad alemana.
Te has convertido en nación indispensable de Europa. No puedes dejar de liderar. No dominar, sino liderar en la reforma. Siempre y cuando nos incluyas a nosotros en la toma de decisiones, Polonia, te apoyará.
Los peligros de la reforma “justo después de tiempo”
He comenzado con la historia de un experimento en unión política, la Yugoslavia comunista. Permítanme terminar con otra: La federación menos conocida de Europa, el estado común entre Polonia y el Gran Ducado de Lituania, que comenzó en 1385 y se prolongó durante más de cuatro siglos. Lo que quiere decir, más tiempo, hasta ahora, que federaciones como Estados Unidos, Reino Unido o la Deutschland Bundesrepublic, por no hablar de la UE.
Se trataba de una Comunidad que, como la Unión Europea, elevó los estándares de su tiempo. Tenía un parlamento conjunto y un jefe de Estado electo. Su nación política – aquellos con derecho al voto – estaba compuesta por un 10% de la población - la altura de la inclusión en ese momento. Religiosamente tolerante, salvó a su pueblo de los horrores de la Guerra de los Treinta Años. Ciudades fueron fundadas en la ley de Magdeburgo, muchas de ellas -al igual que mi ciudad natal de Bydgoszcz- por los colonos alemanes. Judíos, armenios y disidentes de todo tipo procedentes de toda Europa llegaron allí en busca de fortuna.
La libertad vino de la mano con la destreza militar. En Grunwald, en 1410, sus tropas aplastaron a los Caballeros Teutónicos, cuya heráldica vive en los símbolos de la Alemania militar. En 1683, a las puertas de Viena, prevenimos que el Imperio Otomano unificara Europa bajo la bandera del Islam.
Y luego, a la vuelta de los siglos XVII y XVIII, algo cambió. Los reyes electos, los ejércitos separados y la divisas no podía competir con los unificados, mercantilistas, Estados-nación autoritarios. La característica más democrática de la Comunidad -el diputado de una sola provincia podía bloquear la legislación- se convirtió en su mayor vulnerabilidad. La principio de la unanimidad -admirable en un Estado federal- resultó abierto a la irresponsabilidad y la corrupción.
Polonia con el tiempo se reformó. Nuestra Constitución de 3 de mayo de 1791 abolió la unanimidad, unificó el Estado y creó un gobierno permanente. Pero la reforma vino demasiado tarde. Perdimos la guerra para defender la Constitución y en 1795 Polonia fue dividida durante más de un siglo.
¿Moraleja de la historia? Cuando el mundo está cambiando y surgen nuevos competidores, permanecer parado no es suficiente. Instituciones y procedimientos que han funcionado en el pasado no son suficientes. El cambio incremental no es suficiente. Hay que adaptarse lo suficientemente rápido, incluso para mantener tu posición.
Creo que tenemos el deber de salvar nuestra gran unión de la suerte de Yugoslavia, o de la antigua Comunidad Polaca.
Conclusión
No hay nada inevitable acerca de nuestra decadencia. Siempre que podemos superar nuestra actual malestar general, tenemos fuentes de excelencia y de fuerza que son la envidia de todo el mundo.
No sólo somos, con mucho, la mayor economía del mundo, sino también la mayor superficie de paz, democracia y derechos humanos. Los pueblos de nuestra región - tanto en el este como en el sur - acuden a nosotros en busca de inspiración. Si conseguimos actuar juntos podemos llegar a ser una buena superpotencia. En una asociación de igualdad con los Estados Unidos, podemos preservar el poder, la prosperidad y el liderazgo de Occidente.
Pero estamos al borde de un precipicio. Este es el momento más temible de mi vida ministerial, pero, por lo tanto, también el más sublime. Las generaciones futuras nos juzgarán por lo que hacemos o dejamos de hacer. Ya sea para sentar las bases para décadas de grandeza, o para eludir nuestra responsabilidad y aceptar el declive. Como polaco y como europeo, aquí en Berlín, les digo: el tiempo para actuar es ahora.
Traducción por Sergio Montijano Cabeza (29.11.11) – www.sergiomontijano.com
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