En 1783 después de la Guerra de la Independencia contra Gran Bretaña los EE. UU. habían contraído una gran deuda como consecuencia del conflicto. La mayoría de los estados se negaron a pagar sus deudas por distintas razones, unos porque no podían, otros por no tener capacidad de recaudación y algunos simplemente porque no querían.
Los Estados Unidos en aquella época eran una especie de confederación sin capacidad financiera alguna. Esta negativa a pagar sus deudas fue un catalizador para el nacimiento de los EE. UU. en la Conferencia de Filadelfia y ello en base a la postura de George Washington, presidente de la misma al dejar su primer retiro, que a grandes rasgos consistía en pensar que si querían llegar a ser un país respetable tenían que pagar sus deudas.
Así se llega a la fundación de los EE. UU. y a la aprobación de su Constitución, ratificada en 1789, que en la actualidad regula fundamentalmente las relaciones entre el Congreso y la Presidencia, así como los derechos fundamentales a través de sus diez enmiendas, pero que por aquél entonces se limitaba a crear el estado federal, con capacidad para acuñar moneda, endeudarse y pagar sus deudas.
En el primer gobierno norteamericano se nombró como secretario del tesoro a Alexander Hamilton, que no era economista sino militar y que aprendió el oficio leyendo libros de economía. Fue el responsable de presentar y defender ante el Congreso una ley para que el estado federal asumiera las deudas de guerra de los estados federados.
Varios estados se opusieron a esa ley y los más contrarios fueron los del sur liderando dicha posición Madison y Jefferson. Para resolver el problema se produjo una dura negociación entre ellos y Hamilton que culminó cediendo este último, a regañadientes, en cuanto al lugar en que se debería asentar la capital del estado federal, Madison y Jefferson no querían que fuera en el norte y se consensuó situarla en un área en Virginia o Maryland, a partir de dicho acuerdo la ley se aprobó y el Estado pagó las deudas haciéndolas suyas.
La moraleja es que un principio "para ser respetables debemos pagar nuestras deudas" motivó una política "la asunción por el estado federal de las deudas de los estados federados" construyó un gran País, que siempre atendió a sus obligaciones. Lo dicho vale para el pasado en estos tiempos ya no sé pude decir muy alto, recordemos el trágico episodio de la discusión entre demócratas y republicanos sobre la fijación del techo de gasto que estuvo a punto de suponer la suspensión de pagos de EE. UU.
En resumen, la solución pasa por principios claros y justos, negociación y cesión por todas las partes, que los intereses particulares no dinamiten los generales. Eso es lo que espera a nuestros dirigentes en la Cumbre del 9 y 10 de diciembre. Desgraciadamente parece que Angela "Nein" no conoce esta historia, Sarkozy debería contársela sí es que la conoce.
No hay comentarios:
Publicar un comentario