jueves, 10 de mayo de 2012

Reflexiones: Paz, piedad y perdón

El 30 de abril  de 1936 Manuel Azaña fue elegido candidato único a la Presidencia de la República por todos los partidos que formaban el Frente Popular. Tras la destitución de Alcalá-Zamora (cuyo partido liberal-demócrata había sufrido un descalabro en las elecciones), fue elegido Presidente de la República el 10 de mayo de 1936, hoy hace 76 años, con 754 votos de los 874 diputados, jurando el cargo al día siguiente.

Un libro apasionante, que será, durante mucho tiempo, la biografía de referencia de Manuel Azaña, es "Vida y tiempo de Manuel Azaña. 1880-1940", de Santos Juliá.


       
           Sinopsis
"La biografía definitiva de una figura fundamental para entender el siglo XX, Manuel Azaña ya no es un desconocido como le parecía a su cuñado,Cipriano de Rivas Cherif, cuando acometió la tarea de contar por primera vez su vida. No lo es porque los libros y artículos sobre su persona y significación política han sido abundantes desde los años de la Transición a la democracia. Sin embargo, este mejor conocimiento de Azaña ha sufrido los vacíos de una tardía y fragmentaria recuperación de toda su obra y de sus papeles inéditos, sometidos a excesivos avatares de la fortuna e inaccesibles hasta fechas recientes a los investigadores. La publicación de todos esos papeles permitía, y casi exigía, contar su vida sobre la base de la nueva documentación disponible. La infancia y primera juventud, su trabajo en el Ateneo de Madrid, su militancia de diez años en el Partido Reformista, su obra de creación y crítica literaria, sus vínculos familiares, los círculos de sus amistades, sus gustos y aficiones, los años de gobierno y oposición y, en fin, su política de paz durante la Guerra Civil y la persecución a la que fue sometido en el exilio reciben en este libro una nueva luz proyectada a partir de la cantidad y calidad de la documentación reunida por vez primera en la nueva edición de sus obras completas".

Es impresionante su discurso "Paz, piedad y perdón", pronunciado el 18 de julio de 1938, en el Ayuntamiento de Barcelona, a los dos años del comienzo de la guerra civil española. El discurso contiene un mensaje de reconciliación y fue elaborado con la intención de preparar a la opinión pública para lograr una mediación internacional y no prolongar la guerra:
"...Pero es obligación moral, sobre todo de los que padecen la guerra, cuando se acabe como nosotros queremos que se acabe, sacar de la lección y de la musa del escarmiento el mayor bien posible, y cuando la antorcha pase a otras manos, a otros hombres, a otras generaciones, que les hierva la sangre iracunda y otra vez el genio español vuelva a enfurecerse con la intolerancia y con el odio y con el apetito de destrucción, que piensen en los muertos y que escuchen su lección: la de esos hombres que han caído magníficamente por una ideal grandioso y que ahora, abrigados en la tierra materna, ya no tienen odio, ya no tienen rencor, y nos envían, con los destellos de su luz, tranquila y remota como la de una estrella, el mensaje de la patria eterna que dice a todos sus hijos: Paz, piedad, perdón".

Manuel Azaña falleció falleció en el exilio francés, el 4 de noviembre de 1940. El mariscal Pétain prohibió que fuera enterrado con honores de Jefe de Estado: sólo accedió a cubrir su féretro con la bandera española, a condición de que ésta fuera la bicolor monárquica y del bando nacionalista aliado, y en modo alguno con la bandera republicana. El embajador de México, que era su amigo, decidió entonces que fuera enterrado con la bandera mexicana. Según cuenta en sus memorias, Rodríguez le dijo al prefecto francés:
"Lo cubrirá con orgullo la bandera de México. Para nosotros será un privilegio; para los republicanos, una esperanza, y para ustedes, una dolorosa lección".
Sus restos reposan en el cementerio de Montauban (Trapeze Q, Section 7), habiendo dejado escrito que no se moviesen del sitio donde reposaran.
















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